La construcción de Pío XII supondrá, tanto para la ciudad como para el arquitecto, un importante viraje en la producción de viviendas sociales. En la nueva propuesta, se mantienen los avances tipológicos de la modernidad, la construcción ha ganado en calidad constructiva, riqueza materia y efectismo formal, pero algunos de los logros espaciales y urbanos más interesantes de operaciones anteriores, como La Plata o La Constancia, se perdido en favor de la capacidad estructuran de una gran plaza central.
Partiendo del bloque de doble crujía como tipología básica, con la introducción de nuevos elementos, el ladrillo visto o las lamas, y gracias a una mayor disponibilidad de hormigón, la estética tardo-racionalista de posguerra da paso a elaborados e interesantes efectos plásticos. Efectos que a modo de quilla volada se emplean para remarcar los accesos y ejes de simetría de los bloques coronando la composición con los potentes cilindros de agua, o que aciertan a singularizar las dos esquinas que doblan el frente principal reforzando con ello su dimensión urbana.