Situado en la periferia de la ciudad, en el ensanche que en la década de 1950 extendió la población hacia la salida de Sevilla. La composición se articula en torno a dos ejes principales que recogen una cuidada circulación derivada de un programa complejo y que además resuelven un evidente problema de acuerdo en las medianeras. El edificio se convierte así en una macla de tres cuerpos volumétrica y funcionalmente diferenciados y formalmente análogos, con una estrategia de ocupación del solar moderna aunque heredada de la mejor tradición hospitalaria histórica. Con gran rotundidad, lo que pudiera haber sido una nueva fachada curva a la periferia se rompe por el acertado juego de los volúmenes.
Junto a los ejes mencionados, un basamento común, realizado con roca ostionera de la zona, da unidad al edificio. Se trata de una interpretación de la clásica estructura compositiva de la fachada gaditana: sobre basamento de roca ostionera, dos o tres cuerpos homogéneos y un remate en cubierta.
Al sur se abren grandes huecos protegidos con los característicos balcones que, a modo de retícula armónica, proyectan hacia el exterior la lógica interior de una rigurosa distribución. La utilización de la cerámica en los antepechos de los balcones aporta el punto de color que rompe la rigurosa sobriedad del ambulatorio y enlaza con la tradición decorativa moderna, también presente en los grupos escultóricos que salpican el edificio y el cuidado diseño de los interiores. Entre 2005 y 2010 el edificio fue objeto de una rehabilitación por parte del estudio EDDEA, que respetó el proyecto original manteniendo intactos el concepto y la imagen iniciales.