Atentos a las corrientes internacionales, esta casa supone la apuesta de los arquitectos por firmas inusitadas en el contexto local, traídas de la rotundidad y sencillez volumétrica de Mario Botta o de los tipos rossianos.
Apoyándose en una planta cuadrada y en una estricta simetría axial, se organiza la casa en tres crujías perpendiculares a fachada. El eje de la composición articula el ingreso a la parcela, los espacios de vestíbulo y sala principal que ocupan la crujía central y el jardín posterior a la que la sala se abre mediante un porche semicircular.
La vivienda ha sufrido obras de ampliación que han mantenido la estructura simétrica del conjunto y sus calidades materiales.