El autor, tras ensayos anteriores en clave historicismo, aboga por una descarnada modernidad en clave moderadamente brutalista. En el centro urbano, en un complejo contexto cargado de referencias históricas, el edificio asume el papel protagonista que el confiera su posición en esquina. En una depurada composición, la nobleza de los materiales vistos, el ladrillo desnudo y el acero de la estructura, situados en el mismo plano compositivo, configuran una redondeada esquina que establece un enriquecedor diálogo con las torres de la muralla almohada y del vecino templo manierista. Un hábil manejo de las escalas configura la fachada principal a la mayor de las dos vías, introduce sin rupturas la sala en el caserío colindante y proporciona elementos de conexión y reclamo hacia el viandante.
Tras perder en los años 80 su función fue remodelado como sala de fiestas y discoteca, y en la actualidad lleva varios cerrado y vacío. Ya ha sido autorizada su próxima sustitución por una promoción residencial.