En los complejos años 40, los cines, que habían sido emblema de la modernidad arquitectónica, asumen ropajes en clave historicismo que resultan más “apropiados” para el nuevo. estamento social emergente de la Guerra Civil. El expresionismo de inspiración urbana, habitual en estas salas en décadas anteriores, da paso en el Maravillas a un historicismo simplificado, en el que se ha optado conscientemente por los recursos que proporciona la escenificación barroca como medio de contextualización urbana. La gran vidriera central, el retranqueo inferior o los remates superiores ejemplifican la nítida vocación del edificio, que se exhibe en un enclave relevante del centro histórico.
Lo simplificado de sus elementos ornamentales no esconde la base competitiva académica, pero tampoco la modernidad y racionalidad con la que se resuelve el programa funcional. en un solar de muy reducido tamaño el patio de butacas se traslada a la primera planta, lo que obliga a un complejo juego de escalera en la crujía de fachada que convierten al empleo ventanal central en mirador sobre la ciudad. Resolución funcional y competitiva con referencias próximas a las obras de Zuazo o Gutiérrez Soto.