Este colegio forma parte de la serie que se inicia en la década de los setenta como parte de un programa piloto de alfabetización en la provincia de Cádiz y al amparo de la Ley General de Educación de 1970.
Una extensa nómina de arquitectos realiza varios proyectos tipo adecuados a los estándares derivados de la nueva ley. Las consideraciones de los proyectos respecto del lugar donde se ubica son, por principio, inexistentes, limitándose, en todo caso, a valorar las necesidades de ajuste de los diferentes módulos tipo sobre la parcela.
En cualquier caso, esta experiencia deja un importante patrimonio edificado que elevó el nivel medio de la calidad de la producción arquitectónica en la provincia. Cabe valorar la riqueza tipológica derivada de un mismo programa funcional, la marcada tendencia brutaliza en la manifestación formal de la estructura y la lograda calificación ambiental de los espacios.
Este edificio tiene una estructura simétrica de tres lóbulos que siguen geometrías derivadas del hexágono y que dan como resultado una composición decididamente orgánica, apreciable no solo en planta, sino también en el escalonamiento de sus alzados por las dos plantas del lóbulo central. El extenso desarrollo horizontal no lleva aparejado la pérdida de luz natural en los espacios interiores, gracias a la apertura de generosos lucernarios cenitales.
Actualmente, el edificio, tras algunas reformas y maquillajes, mantiene su uso docente.