Los depósitos ocupan un solar en las cercanías de la Zona Franca del puerto de Cádiz, con la que se conectaba originalmente a través del ferrocarril. El solar se rodea con un potente muro de mampostería que cancela cualquier relación del conjunto de edificios con el exterior.
El complejo se compone, por un lado, de un área residencial, y por otro, de un área de almacenaje y distribución. El área residencial se concentra en dos edificios de planta cuadrada y tres plantas de altura, situados al este, a continuación de las naves de almacenaje a norte y a sur. Cada uno de estos dos edificios se organiza alrededor de un patio, al que se abre una caja monumental de escaleras, que sirve a dos viviendas por cada planta. La imagen exterior de estos dos edificios es la propia de la arquitectura ecléctica del momento, aunque prevalece una tratamiento sobrio de las fachadas y del patio interior, completamente desnudo.
El área de almacenaje y distribución se compone, en primer lugar, de cuatro naves paralelas, destinadas al almacenaje y orientadas en dirección este-oeste, entre las cuales se sitúan los andenes de ferrocarril para la descarga del material procedente del puerto. Estas naves se encuentran en sus extremos al oeste con una nave de la misma altura y dimensiones, dispuesta transversalmente, en dirección norte-sur. A continuación, se desarrolla el área de distribución, anexándose en el lateral oeste de la mencionada nave transversal otra nave, con planta en “L”, en cuyos lados cóncavos se anexa a su vez otra nave, también en “L”, de menor longitud.
El frente de diente de sierra que surge en planta al oeste del conjunto a causa de la disposición de las naves en “L”, forma las playas de carga de mercancía para camiones de distribución al exterior del complejo. En esta fachada al oeste, necesidades de abrigo llevaron a la construcción de marquesinas con estructura metálica para definir unos porches de carga, que alteran la imagen original del edificio.
Cada una de las cuatro naves principales de almacenaje tienen una longitud de 125 metros de altura y 20 metros de altura, cubiertas con ligeras cerchas metálicas sobre las que se construye una estructura de pares y correas, para soportar un tejado a dos aguas en toda su longitud. Los testeros reflejan la sección, aunque se les añade un elemento vertical de ladrillo, a modo de chimenea figurada, en la coronación de la cubierta que recoge la cumbrera. En el testero se abre un hueco termal para permitir la iluminación interior. Las fachadas laterales se componen a partir de un módulo básico que se repite en toda su longitud, abriéndose huecos de iluminación en su parte superior, y puertas de acceso que conducen a los andenes.
Hacia el exterior, el cerramiento de las naves mezcla el ladrillo visto de color rojizo y la piedra ostionera del lugar. El ladrillo sirve para conformar las pilastras de esquina y las intermedias del módulo de fachada. El revestimiento de piedra se emplea para cerrar los paños intermedios, que se marcan con hiladas horizontales de ladrillo tendidas con función decorativa.
Al este de las naves de almacenamiento, en el frente definido entre los dos edificios de viviendas, se despliega un frondoso jardín de trazado regular, en el que se mantiene su mobiliario original, realizado en fábrica, entre hileras de altas palmeras. Dos garitas construidas en ladrillo rojo controlaban el acceso de los trenes a los andenes y delimitaban el trazado de este jardín. Su colocación es simétrica respecto a la fachada este de las naves.
Frente a estas garitas, el espacio entre las vías que conectaban con la zona franca del puerto de Cádiz se halla ajardinado, y plantado con eucaliptos de gran porte, que se ha convertido en uno de los pocos espacios verdes de esta área congestionada de la ciudad.