Dentro del conjunto del amplio complejo recreativo y social, el trampolín adquiere una gran relevancia como elemento simbólico, depositario de los valores de modernidad y riqueza al que aspiran las clases medias de la ciudad.
Sus valores plásticos son escultóricos: del rotundo vástago inclinado vuelan las mensuras y éstas sostienen las plataformas a las diferentes alturas, expresando en hormigón armado un tenso y aparente equilibrio inestable.
Las referencias a la estética brutaliza del momento son ineludibles, así como a otras piezas más remotas de la modernidad como la Tribuna Lenin de El Lisstsky.