El edificio disfruta de una posición urbana privilegiada, por ser el primer inmueble que se contempla una vez franqueado el paso de Puerta Tierra desde el exterior del centro histórico de la ciudad de Cádiz, en la plaza de la Constitución. Esta visibilidad se acentúa por el hecho de situarse en una posición elevada, sobre una plataforma que se eleva ocho escalones por encima del nivel de la plaza.
Es por ello que el proyecto preste una especial atención a la fachada, que resulta un depurado ejercicio de vínculos con el contexto. Dicha fachada presenta diferentes alturas; tres plantas en su tramo largo hacia la plaza de la Constitución y cuatro en su tramo corto, desde la inflexión en esquina hasta la calle Mirador. El edificio presenta un zócalo de piedra ostionera que reviste la planta baja, y que se eleva hasta el antepecho de los huecos de la planta primera. En la vuelta de la fachada hacia la calle Mirador, el zócalo baja hasta la altura del antepecho de planta baja, y manteniendo esta altura hasta el extremo de la finca.
Sobre dicho zócalo, la planta primera y la planta segunda se revisten con mortero monocapa de color blanco. En una apuesta por abstraer compositivamente las líneas de sombra que dibujan las cornisas de las edificaciones históricas del entorno, los huecos quedan unidos horizontalmente a través de estrechas franjas de piedra artificial de color gris, trazadas a la altura de alféizares y dinteles.
Tratándose de una posición tan relevante, la resolución del cambio de alineaciones en la fachada principal recibe especial atención. Es en este ángulo donde se sitúa el acceso principal, un zaguán en el que se dispone, retrasada, la puerta de la finca. Este zaguán se manifiesta en la fachada con un leve retranqueo, a modo de portada rehundida de mayor escala, que se eleva hasta el dintel de los huecos de planta primera. Sobre el zaguán, el tamaño de los huecos hacia la calle se reduce, convirtiéndose en ventanas estrechas y de menor altura, agrupadas de tres en tres.
Franqueado el paso del zaguán, se accede a un tranquilo patio, alargado y abierto, paralelo en planta a la calle Mirador, que hace las veces de adarve distribuyendo el acceso a las viviendas.