Los condicionantes de partida eran, por un lado, el Programa y el Tema y, por otro, el Solar entre medianeras (estrecho y profundo), situándose como un tercer condicionante el restringido presupuesto, lo que disuadía del empleo de ciertas calidades, sin que ello debiera impedir la bondad del resultado final.
Sobre estas premisas, que lo mismo pueden presentarse como condiciones coercitivas que tomase en bases del ejercicio de proyectación y a la postre en catalizadoras de la idea arquitectónica, se desarrolla el esquema compositivo, en cuya planta se adopta una simetría lineal: posible por la adaptabilidad de las estancias del programa a una situación de simetría compositiva, la cual se refleja y replica de manera intencionada en sus fachadas, tanto exteriores como interiores (sala de espera); forzada y reforzada por la linealidad que imponen las dimensiones del solar, las cuales imposibilitaban una iluminación natural normal de las estancias, lo que condujo a una búsqueda de situaciones especiales que permitieron la iluminación natural a través del techo.
La montera acristalada ha sido el elemento que, situándolo coincidente y a lo largo del eje compositivo, ha permitido no sólo la resolución técnica del problema de la iluminación natural, sino que ha enriquecido espacialmente el interior ya desde los accesos, recuperándose y activándose para el diseño la “tercera dimensión”, erigiéndose el espacio de la sala de espera en el núcleo de la composición arquitectónica y representando para el resto de estancias en “segundo espacio exterior”, en el que todas ellas convergen, se articulan y donde tienen representadas sus propias fachadas.
Las obras finalizaron en agosto de 1987.
