El edificio se sitúa en la calle Cruz Conde, ocupando una posición en esquina en la intersección en ángulo obtuso con la calle Manuel de Sandoval.
Esta apertura se aprovecha para contribuir al refuerzo de la escala metropolitana que adquiría el centro histórico de Córdoba a partir de las operaciones de ensanche interior que se desarrollaron desde inicios del siglo XX. El ángulo obtuso, además, permite la observación completa de la fachada, de cinco plantas de altura; cuestión que fue tenida en cuenta a la hora del desarrollo del proyecto.
El acceso principal al edificio se sitúa en la calle Manuel de Sandoval, favoreciendo la rentabilización del espacio comercial en planta baja que ocupa la mayor parte de la superficie disponible. El diseño de estos locales comerciales no tiene en cuenta las consideraciones compositivas o materiales presentes en el edificio, por lo que cabe considerarlos carentes de valor patrimonial.
Es en el desarrollo de las plantas superiores del edificio donde esos valores se manifiestan de manera más clara, como ejemplo de la arquitectura sobria y de aspiraciones monumentales de la última etapa de la autarquía. Para ello, el empleo de un material como el aplacado de piedra refuerza el discurso severo de la composición, evidente en la división de la fachada en cinco tramos, en un alzado que, desplegado, evidenciaría las intenciones claras de establecer un principio de simetría.
Tres de estos tramos avanzan sobre la alineación de la parcela, y se localizan en el encuentro con las medianeras en las calles Cruz conde y Manuel Sandoval y la resolución de la esquina. Quedan unificados verticalmente por el empleo del almohadillado, así como por el detalle de la escocia en las esquinas, que suaviza la transición a los paños intermedios de fachada. En el caso de las situadas junto a las medianeras, un solo hueco por planta queda centrado en ellos, contando con una balaustrada abstraída geométricamente en la planta inferior, y con antepechos de fábrica y barandillas de acero de elegante sección curva en las plantas superiores. En el plano perpendicular a la fachada que conecta con los tramos intermedios, se sitúa en cada planta una ventana estrecha y mínima, de proporciones alargadas.
El tramo central, que resuelve la esquina del solar, cuenta con dos calles de un solo hueco, análogas a las de las anteriormente descritas. La variación se introduce en la curva, donde el hueco que la resuelve se alarga y se vuelve tripartito, aunque esa división queda hecha en las carpinterías y no se evidencia en la fachada.
Los tramos intermedios agrupan verticalmente sus huecos, enmarcados en pilastras que recorren toda la altura de la fachada. La diferencia de longitud de las fachadas se resuelve recurriendo a la modulación: mientras que la que mira a Cruz Conde cuenta con tres huecos, la que se asoma a Manuel de Sandoval cuenta con cinco. El edificio se remata con una balaustrada, idéntica a la que recorre la fachada en la planta primera.
